miércoles, 29 de febrero de 2012

Una historia del miedo


Esta es la historia de la amiga de una amiga. Y también es una historia de miedo. De ese miedo asociado a la prudencia que impide ser cómo somos o decir lo que pensamos, y que hace de la cobardía, lentamente, una forma de vida.


Todos lo tenemos.

La amiga de mi amiga tiene cuarenta años y toda la vida por delante. Y tiene también un hijo, de catorce años, al que ama sobre todas las cosas y al que no quiere que le falte nada. Como muchos de nosotros. Como muchos de nosotros tiene también sus proyectos. Secretos e íntimos, o públicos. Proyectos grandes e indefinidos en los que la felicidad se ve al final o pequeños proyectos de cambiar un mueble viejo o arreglar eso para lo que nunca se encontró tiempo. La amiga de mi amiga tiene esperanzas en que su vida y la vida de todos mejore, porque así es como debe ser.


Pero vino la crisis y alguien decidió que debíamos pagarla todos los asalariados, los autónomos, y los parados. Con nuestro sudor, como siempre, y rascándonos los bolsillos.
Y la amiga de mi amiga comenzó a encontrarse mal. Al principio fue el dolorcillo al que no das importancia el primer día, ni el segundo. Y tampoco el tercero.
Pensó en visitar al médico pero le venía mal por las horas de trabajo. Además, no se podía permitir una baja médica y el dolor no parecía grave. Un mal movimiento quizá. Los recortes en el sueldo y la reforma laboral no aconsejaban en esos momentos una enfermedad. Las compañeras de la empresa también le aconsejaron que no era un buen momento, y la empresa, muy "amablemente", recomendaba que nadie se quejase.

La amiga de mi amiga obedeció. En silencio. Siguió trabajando, dolorida, llegando incluso a pensar que el dolor pasaría, como habían pasado tantos otros. Sin pensar en ellos.

Pero la enfermedad es una de las peores cosas del azar. Como el miedo es una de las peores cosas de la vida.


La enfermedad siguió un curso acelerado y cuando por fin la vieron los médicos ya era tarde. Falleció hace unos días y su hijo tuvo que ingresar en el hospital con una crisis nerviosa.


La amiga de mi amiga se fue en silencio, pero su miedo lo dejó aquí. 


Y es el peor compañero de camino.

1 comentario:

Anita Noire dijo...

Este mundo se está transformando en una gran mierda. En serio.